viernes, 30 de diciembre de 2011

Viva yo y bien por mí (II)

Pero también hay otros días, esos en los que un pensamiento se me clava por todo el cuerpo, como lo hacen esas agujas que mi acupuntor se empeña en clavarme cada semana, y por mucho que lo intente no se va. Es una y otra vez pensando en lo mismo, pero no, ya no duele, es lo que tiene la costumbre. En esos días busco una canción, cuanto más triste sea mejor; probablemente busque fotos, papeles rotos y medio quemados y escucho esa canción cientos de veces. Se acaba la canción, pero no la cambio. Continúo con la misma todo el día, largas horas. A veces lloro, otras siento que mi puño se queda a cinco centímetros de la pared, como si pretendiera tentar a la suerte, otras veces opto por ponerme las deportivas y salir a correr, muy rápido y con la misma canción puesta en modo repetición. Pero hay algo que siempre termino haciendo al final de todo esto: sonrío y al segundo no puedo evitar reírme a carcajadas, “eres estúpida Neila” pienso, sigo llorando. Falsas apariencias.



¿Te he contado ya que me siguen gustando los besos de pato?


Y que yo en Nochevieja soy de no gastar nada. Ni vestidos, ni fiestas tontas, ni peluquería. Digamos que soy más de sofá, mamápapá, Gadea, etcétera y estar sin hacer nada hasta las tantas.


Pues eso, que ya lo siento.



Desde Bilbao, y con la calma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario