lunes, 5 de diciembre de 2011

Mi primer último intento

A veces debemos retroceder, recordar y revivir, aunque sea por nuestra cuenta. Debiéramos gritar al aire más a menudo que agradecemos aquellos detalles, aquellos regalos que ellos nos dieron; repetir, insistir e incluso llorar sería un buen último esfuerzo para recuperar lo que anhelamos, no podremos olvidar que nadie garantiza nada, pero ¿y qué? ¿A caso vale más la pena resignarse y conformarse con un nuevo objetivo, paralelo al que compartimos con los que nunca nos abandonaron? Soy de las que piensan que no; puedo seguir refugiándome en unos cuantos peluches, unas golosinas o un montón de piruletas con forma de corazón, puedo salir, gritar y reirme al mismo tiempo en el que me pregunto qué será de ellos. Será más fácil mirar hacia adelante, disimular e intentar aparentar lo que no es, ¿que hay nuevos caminos y oportunidades? Todo llega, todo pasa, aunque no todo se olvida. Suponemos que lo que tenemos es mejor, es suficiente pese a no saber qué hubiera sido de nosotros si hubiéramos arriesgado una última vez; seguiré siendo de las que piensan que lo que valió la pena vuelve, que lo que se quedó a medias se acaba y que si un último esfuerzo es permitido todo se obtiene. Hasta entonces, seguiremos caminando de espaldas.

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