viernes, 30 de diciembre de 2011

Viva yo y bien por mí (II)

Pero también hay otros días, esos en los que un pensamiento se me clava por todo el cuerpo, como lo hacen esas agujas que mi acupuntor se empeña en clavarme cada semana, y por mucho que lo intente no se va. Es una y otra vez pensando en lo mismo, pero no, ya no duele, es lo que tiene la costumbre. En esos días busco una canción, cuanto más triste sea mejor; probablemente busque fotos, papeles rotos y medio quemados y escucho esa canción cientos de veces. Se acaba la canción, pero no la cambio. Continúo con la misma todo el día, largas horas. A veces lloro, otras siento que mi puño se queda a cinco centímetros de la pared, como si pretendiera tentar a la suerte, otras veces opto por ponerme las deportivas y salir a correr, muy rápido y con la misma canción puesta en modo repetición. Pero hay algo que siempre termino haciendo al final de todo esto: sonrío y al segundo no puedo evitar reírme a carcajadas, “eres estúpida Neila” pienso, sigo llorando. Falsas apariencias.



¿Te he contado ya que me siguen gustando los besos de pato?


Y que yo en Nochevieja soy de no gastar nada. Ni vestidos, ni fiestas tontas, ni peluquería. Digamos que soy más de sofá, mamápapá, Gadea, etcétera y estar sin hacer nada hasta las tantas.


Pues eso, que ya lo siento.



Desde Bilbao, y con la calma.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Viva yo y bien por mí (I)

Falsas apariencias. Pues bien, ha llegado ese punto de mi vida en el que todo va a empezar a ser un cúmulo de ironías.
Mis días felices vienen a ser los más felices que te imagines. Son esos en los que escucho música que me haga bailar, saltar encima de la cama, fingir que toco la guitarra y despeinarme. No paro de moverme con mis cascos WESC puestos, me río sola delante del espejo de mi habitación; como si hubiera miles de personas viéndome hacer el imbécil un rato, como si tuviera que demostrarle a todo el mundo que soy la más motivada de la faz de la tierra. Y si alguien entra en mi cuarto en esos momentos para que baje el volumen de los cascos que probablemente me estén volviendo sorda no dejo que me hagan parar, les cojo de la mano y les subo a mi cama. A los tres minutos son ellos los que piden una canción más. Todo esto se reduce a un deseo irrefrenable por mantener ese sentimiento el mayor tiempo posible.



No sé cómo decirte que no me haces falta.

Eso y que me gusta lo que tengo.

Me vale con ser una enamorada de la vida en el Upper East Side.

Eso y ser una fanática de la moda californiana

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Luces de colores por las calles

Hoy pido un aplauso por todos los idiotas que me hacen reír. Por todos los que ya no están, por ellos una carcajada. Un vamos por el Dadester United que va a ganar la liga y un venga chicos por los mozos de Dade. También por los que se quedan atrás en Comunio, mis ánimos. Un "cua cua" para los nuevos redactores que saben conseguir sus sueños. Y un "eres patético" por el que se quedó en el intento. Hoy pido un perchero en honor a los pocos que saben perrear, por esa persona creo en la playa, en el verano perfecto y en eso mismo que no pienso mencionar. Por los que me miman cuando estoy enferma, os prometo muchas piruletas y golosinas. Y a los que no lo hacen, a esos les deseo carbón del que no se puede comer el día de reyes. Una palmadita de compasión para los inútiles que saben sonreír delante de una cámara. Inútiles como yo. Un "olé yo" por el par de rubias que tengo por amigas, que me envidien todos. Y una mueca, una mueca asquerosa por los que pretenden desaparecer, por los cobardes. Me das asco, cobarde. No siento nada por ti. Por mamá, papá y tutifrutti, por ellos todo. Mis tweets más graciosos por vosotros, los que me dáis lástima. Un "eres una copiona" para la que me copia la raya de ojos, los collares y mis palabrejas. Me quedo contigo, con todo aquel que se quede conmigo. Y quien no, a esas personas les dedico una de mis mejores palmaditas en la espalda. Paciencia para los que aguantan mis idioteces, para los que terminan por hablar como yo. Volved, a esos amigos de verdad. No estéis tan lejos. Diez minutos de carcajadas cuando alguien intente hacerme daño, serán doce si encima lo hace con la ayuda de otros. Que mientras sigan habiendo chucherías, peluches, palomitas, princesas, tardes de fútbol y alguien que me enseñe canciones para perrear siento deciros que no necesito nada más.


Y hoy ha resultado ser un día productivo. Por eso de las inocentadas. Eso y que he aprendido a hacerme trenzas de espiga y eso me encanta. Aunque a vosotros más, soy consciente.

martes, 27 de diciembre de 2011

Y la realidad nos separó


Sigo sin entender qué pretendes que te diga. Eso y que me da igual lo que pretendas, conmigo y sinmí. Si crees que vas a seguir jugando con mi estado de ánimo, con mis “te echo de menos” y con mis “me apetece verte y voy a ir a verte”, lo llevas crudo. Muy crudo. El invierno aquí hace que me acuerde de ti, de las muchas veces que te dio por aparecer. Tenías por objetivo darme una sorpresa, eso o joderme el día. Y de eso me doy cuenta ahora, un poco tarde, sí. Pero bueno, es como que me das igual, mi objetivo es olvidarme de tu cara. De tu cara, de tu voz, de tu tontería y de tu anormalidad. Así que por ahora opto por huir con los míos, distraerme y leer tebeos de mi amiga Mafalda. Eso y seguir hablando de ti por twitter. Me tranquiliza, te describo y aunque le pese al mundo no consigo hablar muy bien de ti. Y qué quieres qué te diga, no lo siento.

Desde Burgos, por fin.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Un pastor suizo

Como decía mi profesora de literatura castellana, ¡el mundo se ha vuelto loco! O como diría yo... personajes, aquí sobráis.

Y sí, siéntete traicionada-do porque llevaba unos cuantos días sin pronunciar tu nombre en mi cabeza, hasta que te has aburrido tanto que has tenido que preguntarte por mí, como cada día... pero esta vez lo has tenido que demostrar. Eres un-a envidioso-sa y egoísta, pero lo siento... quiero decir, no lo siento, creo que le llamaba karma o algo así. Mierdas de esas en las que no creo, porquerías que me importan un carajo como diría mi antigua profesora de literatura castellana o porquerías que me importan un cascanueces, como diría yo. Bien, pues lo cierto es que quizás esa estupidez en la que algunos tienen el valor de creer, no existe. Tú, es decir ella-él, estabas tan seguro-a de que ahora me iba a tocar estar mal a mí que seguramente hasta estabas creyendo que eras feliz... el problema es cuando de la noche a la mañana o de Nochebuena a Navidad, como diría yo... te enteras de que no es así. Ni te necesito, ni te reclamo y ni tan siquiera quiero saber de ti, sea ser, si pudiera te borraría de cualquier lugar en el que quedara un algo de ti; y digo pudiera porque ni tan siquiera encuentro esos lugares. Así que, por favor, no te molestes en volver a aparecer en mi vida, ni en dar señales de vida porque no los necesito. Para mi dejaste de exis... quiero decir, soy Neila ¿y tú? ¿te conozco? Me suenas, pero no sé de qué.

viernes, 23 de diciembre de 2011

En mi lado del sofá (II)


Quieres sumar abrazos, besos y sonrisas, quieres más momentos para recordar, fotos, horas de viaje, lágrimas y miradas; probablemente estés pidiendo a gritos esas palabras, pero él cree que no es lo adecuado. Sé que te da igual lo que el piense, se que le quieres por encima de ello; has demostrado que te duele no poder estar ahí cuando está mal, no poder mirarle a la cara y recordarle que es de lo más grande que has conocido nunca, que no puedes verle llorar sin que tu lo hagas también. Te duele no saber ganar, conseguir que confíe un poco más en el, que se perdone y que se quiera como tú le quieres a él; lo bueno y lo no tan bueno, todo le hace grande. Sonríe para disimular alguna de sus preocupaciones, no le gusta que le vean llorar y no quiere saber que tu velarías al pie de su cama por si le pasara algo, quiere a los suyos por encima de todo y siento que tú te preguntas por qué no formaste parte de su vida de otra forma, quizás así podrías estar para siempre. Tiene unos ojos preciosos pero solo tu piensas que todavía son más bonitos cuando llora, cuando de esa forma te explica lo que pasa por su cabeza, morirías por qué sus brazos fueran lo último que te arropara y sueñas con ese lunar constantemente. Te gusta como baila, los momentos en los que sonríe y también te gusta cuando no entiendes lo que hace, por qué lo hace. Te encanta abrazarle, gritarle que le quieres e insistirle en que no tiene ni idea de hasta qué punto lo haces. Todavía no puedes creerte que ese ángel entrara en tu vida, que fueras tú la que tuviera tanta suerte, que algún día fuiste el motivo de su sonrisa; aunque hace ya tiempo. Cuántas veces me habrás dicho que temes que le duela que le quieras tanto. Cuántas veces te he oído susurrar: venga, va, piensa otra forma, espera e inténtalo mas tarde, tú solo quiérele, recuérdale que siempre estarás ahí. A mí me das envidia, ojala alguien me quisiera así, ojala yo supiera querer así, de verdad sientes que pese a todo mereció la pena, que siempre vas a recordar cada detalle; me gustaría ser tan fuerte para desear luchar así por alguien, tan débil para no querer alejarte pese a lo que pueda hacerte daño, muy poquito daño. Me gustaría ser como tú y resumir la situación con un
‘Lloro porque le quiero, porque me alegra hacerlo, porque quiero dar sin recibir. Lo único que le pedí en aquel aeropuerto fue que no se olvidara de mi y no lo ha hecho; no lo ves? Es que tengo lo que desee, es que ha formado parte de mi vida como nadie lo hará nunca, es que es un trozo de mi vida que no quiero que tire al suelo. Es que es la suerte de mi vida, le quiero y soy feliz con eso.'

jueves, 22 de diciembre de 2011

En mi lado del sofá (I)

Te han dicho que la culpa es tuya por querer tanto. Dicen que has deseado y esperado, te has ilusionado y entregado sin límites hasta un punto que no era necesario, nadie te lo había pedido, o eso piensan todos. Tienen el corazón tan pequeño, o dicho de otra manera, han querido tan poco, que se equivocan en lo que dicen. Qué fácil es decir: te estás equivocando y deberías separar las cosas, darte cuenta de que nada es lo que era antes y de que esto no es lo que tú piensas. Qué fácil es decir: espera, tiempo al tiempo, porque la vida te sorprenderá y todo irá mejor antes de lo que imaginas. Piensas que sería mejor que no dijeran nada, piensas que deberían dejarte querer tranquila a quien tu elijas querer. Te parece que es una suerte querer de esta forma, pensar así en otra persona, desear antes su bien que el tuyo propio, sacarle una sonrisa aunque conlleve tres lágrimas de tus ojos, besarle aunque lo que más te apetezca en ese momento sea llorar y que te abrace. Echas de menos que te abracen, que te abrace. Echas de menos que te escuchen, que quieran oír lo que te hace estar mal, lo que quieres y el por qué de ello. Lo echaste de menos hasta que un desconocido que probablemente en otro momento hubiera caminado por el mismo sitio sin detenerse, se fijó en ti, en tus ojos y se pregunto por qué estabas llorando. Esa persona se quedo sentada contigo, mucho tiempo, hasta que pudiste dejar de llorar y explicar el por qué de esa mirada perdida, con miedo y que a gritos pedía tiempo. Tiempo y dedicación. No te conoce de nada pero después de contarle entre sollozos lo que ocurría, o quizá lo que no había ocurrido, te pide que te levantes porque te quiere abrazar; dice que llores en su hombro diez minutos hasta que no te queden lágrimas, consigue que saques fuerzas de donde no las hay. Sientes la necesidad de repetir tres veces el motivo de tu lloro y a ese desconocido no le importaría escucharlo cuatro veces más. Le querías y dices que es una suerte que lo sigas haciendo; aunque eso te haga mirar atrás. Regalarle una sonrisa cada día, todo el tiempo que necesite y el que no; regalarle tus oídos, tus hombros y tus manos si hicieran falta. Despertarte y recordarle, acostarte y despedirle, sonreír y llamarle, llorar y aguantarte, quererle e intentar callarte. Hay un momento en el que la situación puede contigo, piensas que te estás volviendo loca y no sabes si eres tú la que te equivocas; no quieres dejar de querer, no quieres olvidar ni tampoco dejarlo atrás.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Al pie del cañón

¿Cuántas veces habré querido inventar la máquina “qué hubiera pasado si…”? Cuánto quise que en el DVD de mi vida hubiera final alternativo de ciertas escenas. Y hoy no he podido evitar preguntarme ¿final alternativo? ¿Para qué? Estoy en el punto de mi vida en el que tengo que estar, quizás no me guste, pero sé que tenía que ser así, y sólo he llegado hasta aquí viviendo lo que he vivido. Errores y fallos, claro, por supuesto que me arrepiento, y de vez en cuando duele. Pero, ¿no son acaso los desaciertos los que dan sentido a los aciertos? Y sí, he conseguido cosas maravillosas y puede que si hubiera cambiado mis fallos, las hubiese perdido, y no me compensa. He aprendido gracias a mis errores, mucho, así que no, yo no los llamaría así, “errores”, son solo aciertos que no salieron como querríamos. Así es más fácil. Y si hay que cambiar algo, que sea ahora. Ahora o cuando tenga que ser, claro.

martes, 20 de diciembre de 2011

Como un pato

Rayos de sol, nubes que dibujan alguna silueta, cortinas que bailan al ritmo de viento fresco. Hoy tiene ganas de cantar, bailar, vestirse de rosa, de gritarle al mundo "hey tú, estoy aquí!" Querría salir a la calle y correr como una loca hasta que se quedase sin aliento, sí, y que la gente se le quedase mirando. Sentir la hieba húmeda bajo sus pies descalzos, hundirse en el agua salada de la playa, no tener miedo.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Línea 42

Me gusta el color del mar que descubrí en aquella isla, me gusta dormir pero me gusta más abrir los ojos por las mañanas. Me gusta el cielo, sentir calor cuando me da el sol en la cara, me gusta el sonido de las olas, vivir lejos de casa y querer volver constantemente. Me gustan las caricias que me quitan el pelo de la cara, decir hasta luego en lugar de adiós, me gusta sonreír a la gente por la calle, escribir en mi diario antes de acostarme. Me gusta el color naranja, el verde y el azul, me gusta el olor a vainilla, a chocolate y a nenuco. Me gusta el olor de mi casa, los olores que me recuerdan a personas y momentos. Me gusta tocar el rocío que veo en las hojas, que el ventilador mueva mi pelo y gritar. Me gusta subir un pico y tirarme al suelo al llegar, me gusta la gente que escribe en cualquier sitio, la que canta en la calle, me gusta leer cuentos en voz alta y sobre todo si acaban bien. Me gustan las sudaderas y los zapatos de tacón, pintarme las uñas cada día y me gusta despeinarme el pelo. Me gustan los detalles, abrazar y que me abracen, que me cojan la mano y que me den un beso. Me gusta andar en bici, correr y soñar que puedo volar. Me gusta el frapuccino de vainilla, me gusta la gente que se besa por la calle, que lloren cuando me voy, me gustan los reencuentros pero me gustan todavía más las sorpresas. Me gustan los atardeceres y ver amanecer, me gusta conocer gente y bailar donde todos me puedan ver. Me gusta pedir deseos a las estrellas y a los dientes de león antes de dejar que se escapen, me gusta guardar cartas y entradas de cine en una caja y me gusta llorar al abrirla, me gusta no dormir por estar con él. Me gusta haberle conocido, que quisiera volver. Me gusta que me besen la frente, los pendientes de perla, que me canten y tocar la guitarra cuando nadie me ve, me gusta el silencio y me gusta ponerme esos cascos blancos y no escuchar nada más. Me gustan las rosas rojas pero me gustan más las blancas. Me gusta coger nata y ponérsela a alguien en la nariz, las horas interminables hablando, que se acuerden de mi y hablar de él. Romper el papel por las líneas de puntos pero me gusta más quemarlo. Me gusta volver a los sitios que me hacen llorar, me gusta viajar en tren, mi ciudad y me gusta aterrizar. Me gusta que me regalen piruletas en forma de corazón, las hadas, los peluches y me gusta dormir con ellos y que me recuerden a alguien. Me gusta que me quieran pero me gusta más querer, me gustan las fotos, que me caiga y me levanten, me gustan los domingos y el chocolate blanco pero me gusta más la leche condensada, me gusta besar como un pato. Me gusta que me llamen princesa, echar de menos y comprarme helados de leche merengada. Me gusta llorar y que se me caigan las lentillas, me gusta ir a clase y bailar por la calle. Me gusta luchar, que me perdonen de verdad y me gusta olvidar, me gusta conducir, leer, estar morena y andar bajo la lluvia. Me gusta el francés y me gustan los niños pequeños. Me gusta la equitación y besar a los cachorros. Me gusta llorar después de reír, me gusta perder, imitar el ruido de los animales, me gusta morder y que me dejen chupetones, me gusta ser niña y adulta a la vez. Correr cuesta abajo, hacer gimnasia rítmica y me gusta recibir un mensaje, que me llamen y llorar cuando me olvidan. Me gustan los besos de esquimal pero me gustan más los de spiderman, me gusta desmaquillarme, me gustan los spaghettis a la carbonara, me gusta vestirme de novia, usar rimmel, me gusta hacer esperar, tardar en llegar, vestirme con su ropa. Me gustan las películas disney, me gusta volver a ser pequeña otra vez. Me gustan las cosas difíciles, los imposibles y me gusta que al final todo salga bien.

Diario de Brighton

Me he dado cuenta de que el sitio que yo recordaba no es este exactamente, puedo cerrar los ojos y revivir esos momentos pero no están y probablemente no vuelvan a existir: a pesar de ello me gusta pasear por esos sitios que hace un tiempo nos vieron a los dos juntos. Allí estuvo conmigo, el quería entrar en aquella tienda, nos sentamos en esta misma mesa en La Casa de la Pizza, en este mismo cine estuvimos juntos, por allí pasamos los dos, allí nos sentamos con nuestros amigos, aquí me dio un beso, cuando estuve en esta calle me moría de ganas por abrazarle y ahora mientras estoy aquí sentada no dejo de llorar, probablemente le comería a besos en este mismo instante. Me permite seguir en pie el pensar que cuando vuelva todo volverá a ser lo de antes, todo irá como quiero o como necesito, según lo entiendas, aunque no me importa tener que seguir luchando por ello. Supongo que es fácil sentirme así cuando estoy aquí, donde a cada esquina un recuerdo se mete en mi cabeza y no me deja tranquila hasta pasadas unas horas, la verdad es que eso me gusta. He de confesar que no me siento estúpida por llevar un permanente en mi bolsillo todo el tiempo que de vez en cuando utilizo para escribir su nombre en algún sitio de los que estuvimos; el balcón del Brighton Pier donde le llamó su madre, esa piedra de la universidad donde tenemos fotos, la entrada a esa discoteca, la ventana de mi habitación por la que se asomó en algunas ocasiones, la puerta de su casa, el banco en el que estuve con él... Es horrible o precioso, según lo mires: servirá o no servirá de algo... ni lo sé ni tampoco me importa ignorar la respuesta, lo único que sé es que cada día que paso aquí estoy mas segura de lo mucho que le necesito a mi lado, de las ganas que tengo de ser suya, de ir de su mano y de gritarle al mundo que le quiero. Está bien, a ratos lloro y pienso que solo lleno mi cabeza de ilusiones que probablemente no lleguen a ningún sitio, pienso que esas canciones son el principio de otra historia en la que yo nunca seré nada... Supongo que no me queda otra que volver a esa universidad, sentarme frente a la que fue su habitación y pensar que me merece la pena seguir luchando pese a todo, sentarme allí y esperar hasta que le sienta conmigo, una vez más. Si pudiera decirle algo, si tuviera la oportunidad le diría que me perdone, que se los errores que cometí y que jamas volvería a hacerlo, que si intenté olvidarle lo siento y que no hay cosa que fuera a agradecer más que poder dedicar mis días a hacerle feliz, tanto como él hizo conmigo.
Mensaje a California , 191: si le vuelves a ver, será conmigo

domingo, 18 de diciembre de 2011

Sin contemplaciones

Maldito destino, te odio o más que eso, ¡me das asco! Te has propuesto fastidiarme la vida, tirarme al suelo cuando por fin estoy consiguiendo reincorporarme. ¿Es que te costaba tanto dejarme tranquila? Mentiría si dijera que me arrepiento de la ilusión con la que le escribía cada día, te mentiría si no te dijera que por primera vez estaba sintiendo que hacia lo correcto, que estaba siendo valiente y que estaba gritándole al mundo lo que quería muy orgullosa de ello pero y qué, ¿eh? Dime de qué me ha servido todo eso si ahora tengo que aceptar una vez mas lo que llevaba tiempo destrozándome, si ahora tengo que coger y encima darme cuenta de que esta vez solo ha sido mi culpa; si de ilusiones se vive ¡es durante poco tiempo! Asco, ¿entiendes? asco, rabia e impotencia es lo que siento. En más de un momento dudé, no por nada de lo que me hiciera dudar un año atrás, dudé por miedo a hacerme daño, por miedo a equivocarme, a ilusionarme por algo que no debía pero seguí ahí, escribiéndole cada día a la nada, escribiendo recuerdos, sueños e ilusiones que había compartido o que me gustaría compartir, escribiendo sin ningún sentido a no sé quién perdido en California. Y sí, te repito que no me arrepiento, que yo también creo que las cosas pasan por algo y que mejor intentarlo que seguir en duda; por un momento pensé que si el fallo en aquel entonces fui yo, esta vez podría ser diferente. Decidí, una vez más, luchar por lo que siempre había querido pero nunca antes me había atrevido a gritar como he hecho ahora, pensé que si era lo que llenaba mi vida tenía que ser para mí y que si fue él quien había dado todo por nosotros en un principio, esta era mi oportunidad de devolverlo. Te podría decir que no me lo creo, que ahora mismo me siento estúpida pero que repito, no me arrepiento. Hace un mes me dije a mi misma que no quería vivir con un 'y si...' en mi cabeza, que era el momento de actuar, aunque despacio y ello me llevó a escribirle cada día, a esperar a que llegara el momento oportuno. Destino, no es que deteste que actúes siempre intentando guiarnos la verdad, pero ¿qué pasa con lo de después? Tú nos juntas ¿y luego, qué? somos nosotros los que tomamos nuestras decisiones, deberíamos ser nosotros los valientes que actuáramos, ¿o es que de verdad me dices que tengo que esperar a que entres tú otra vez? Vale, bien, ¡no me importa esperar! Sí, sí, como lo lees, que me da completamente igual lo que signifique una canción, lo que signifiquen veinte líneas seguidas y lo que me quieran decir con eso; que me da igual lo que decida él. ¿Crees que me equivoco? Oye, pues me da igual, le quiero.

viernes, 16 de diciembre de 2011

A mi ángel de la guarda

Nunca se había dado cuenta de que te quería tanto, ¿sabes? Nunca antes había echado tanto de menos despertarse y saber de ti, darse cuenta de que mientras estaba dormida tu seguías con ella y que poco antes de que abriera los ojos ya los habías abierto tú para que lo primero que recordara al empezar el día era que tu le querías. No recuerda ningún momento en el que haya necesitado tanto sacarte una sonrisa, sentir que cualquier mueca que pudiera hacer te hiciera reír por unos segundos y que un ‘ñam, que rico’ hiciera que os lo pasarais tan bien. Para esta tarde ningún plan sería mejor que ver una película a la luz de las velas, un poco de leche condensada y por qué no, unas rosas blancas. A veces cree que va a acabar así, recordándote, recordando lo feliz que le hacías y lo feliz que ha dejado de ser desde aquel día en el que te perdió. Dice que te lo debe todo, palabras de ánimo en los momentos difíciles, silencio en los momentos en los que solo se pueda llorar, respeto y esfuerzo para cada día, sueños que hagan confiar en que llegara un día en el que todo salga como esperáis, cuanto le querías. Y ella ni siquiera sabe si la recuerdas, si te gusta pensar en ella y en sus manos, si a las doce de la noche recuerdas que probablemente eche en falta ese beso que dejó de tener hace ya tiempo.... Los días soleados se la ve triste y no hace más que recordar días perfectos en una playa casi desconocida o en un patinete, le brillan los ojos y en alguna ocasión, antes de que pueda evitarlo, una lágrima corre lentamente por sus mejillas, vaya una princesa. Sí, así se sentía ella en aquellos momentos, como si nada necesitara más que una caricia tuya, lo tenía todo y era gracias a ti, está segura.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Duerme pequeña

Sigo aquí, todavía me acuerdo de aquellos días... vimos tantas películas en las que funcionaba, en las que si se habían querido al final conseguían estar bien... Sé que no te acuerdas de mí, que evitas hacerlo y que por mucho que finja que no me importa, tú y yo sabemos que no es así. Me gustaría volverte a ver algún día, de hecho suelo soñarlo cada noche... sí, a veces me despierto antes de que el sueño acabe y echo a llorar, otras he podido dormir largas horas y creer que la historia no se iba a acabar nunca... Yo corría y tú me abrazabas fuerte, me acariciabas la cara y con los ojos húmedos me besabas cientos de veces, como si no llegaras a creerte que volvieras a tenerme enfrente. Luego tenía que verte al otro lado de la puerta, esperando a que el tren se pusiera en marcha, una vez más, temiendo olvidar esa sensación de seguridad, de tranquilidad, que había tenido cuando segundos antes de irme me escondía entre tus brazos, creo que pretendía llevarme todo tu olor conmigo... Sigo aquí, esperando, seguramente, aunque no sé muy bien a qué; otra tarde juntos, otro día para recordar siempre y que nos una un poquito más... Supongo que esperar es lo único que me mantiene en pie; esperaré por lo que quiero, por lo que necesito y por lo que ya una vez me regalaste. Si pudieras arroparme una vez más antes de acostarme, conseguir que me durmiera sabiendo que no te ibas a ir, que te ibas a quedar conmigo... Te lo debo todo.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Haz que cuente

Todavía tienes mucho que aprender, sigues igual que en aquel entonces, ¿cuántas veces tengo que repetirte que todo lo que se va, vuelve? O puede ser que esta vez tengas razón y sea el momento, dejarlo todo atrás, sin más ni menos, para no volverlo a recordar nunca más, ni a olerlo. Piensa que huir no es la solución, refugiarte a miles de kilómetros no hará que te sientas mejor por las mañanas ni antes de acostarte, poner una fecha a un suceso tú misma dijiste que no era el camino adecuado ante los problemas... Ya sé que te preguntas cuál es el precio a pagar por los errores que cometiste, te gustaría saber hasta cuando vas a tener que aguantar así, sin saber cómo actuar ni que decir. Deberías seguir tu propio consejo, decir lo que piensas a cada instante, sin temer la respuesta, lo único que te aseguro es que solo entonces evitaras decir algún día que ya es tarde para reaccionar... No dejes cabos sueltos, haz que no siga viviendo en una mentira, merece saber lo que sientes, el porqué de cada paso que das, que dejas de dar... Sé que anhelas aquellos momentos, que el recuerdo ya solo te lleva a las lágrimas de cada día, de cada noche y que crees que nunca va a cambiar la situación, que nunca vas a volver a ser la de antes. Te aconsejo que una última vez olvides las prohibiciones, recuerdes lo que dio aquella persona por ti en su momento, lo que luchó por verte feliz y que no temas recordarle lo mucho que le echas de menos, lo mucho que le necesitas, recuérdale una vez más que le quieres... o tal vez, tal vez no deba ser la última vez, lucha hasta que no puedas más, sigue intentándolo, poco a poco, vuelve a construir los sueños de 'antes de acostarte'. Ni siquiera yo soy capaz de asegurarte que lo que escuches sea lo que más deseas pero seguramente así te des cuenta de que es imposible... o bueno, quizá te des cuenta de que todo es cuestión de tiempo; es eso, cuestión de tiempo, solo tienes que aguantar un poco más y todo volverá a ser como antes, como en aquel sueño, sé que entonces serás feliz, por fin, otra vez y como antes, mi pequeña.

viernes, 9 de diciembre de 2011

A las 00:00, cada noche

Le gusta, le encanta llorar por ti todavía... no le importa llorar al ver las fotos que os sacasteis en aquel entonces, no le importa estar mal por ti y arrepentirse una vez más por lo que no hizo en el momento oportuno, por aquellas fotos a las que dijo no. No le importa perder el tiempo en ordenar palabras en su cabeza que intenten justificar los errores, aquellos que hoy le distancian de ti, más todavía, día a día. Si por lo menos durante un segundo pudiera sentir de nuevo lo mismo, le hiciste la persona más feliz del mundo, en todo momento, y hoy te lo agradece, te pide a gritos que vuelvas para arroparla, una noche más. Ella cree que no la recuerdas, que el tiempo borró vuestros buenos momentos, ve y dile que no es así, que tú también te acuerdas de ella. A veces piensa que todo volverá a ser como antes, que le merece la pena esperar a ese día en el que necesites parte de ella para ser feliz. No sabe cómo, pero muchas veces le apetecería recordarte que también hubo momentos que seguramente ni tú ni ella cambiaríais por nada, nunca. Siempre le quedará la esperanza, la misma que cuenta, tú demostrabas tener cada día... En este preciso instante es posible que esté derramando alguna lágrima, al recordar tus gestos, tus palabras, tus costumbres. Yo le he dicho cientos de veces que la vuestra es la historia más bonita que jamás había escuchado, ni te imaginas la de veces que le he pedido que me volviera a repetir las historias de siempre, esas que ella guarda con tanto cariño; vuestros más, vuestro menos, vuestros secretos. Entre sollozos suele decirme que así es feliz, que necesita recordar todo aquello para seguir adelante, no le importa caminar de espaldas si así puede verte. Imagínala, como siempre, la de cada mañana, la que corría a ti cuando le pasaba algo en busca de refugio, sigue queriendo de ti, sigue soñando despierta antes de dormirse, todavía confía en que se cumplan aquellas promesas. Si todavía no es el momento, espera, yo seguiré cuidando de ella pero recuérdala de vez en cuando, no temas llorar por quererla tanto, todavía piensa que eres su ángel de la guarda.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Never let me go


Querer es chillar, saltar; es dar importancia a cosas nuevas. Querer son olores, miradas, caricias. Son tardes, dias, meses, años. Querer son celos y enfados. Son canciones, cartas. Querer es buscar y esconderse,hacer locuras. Querer es desear. Querer son sueños. Querer es que te hagan llorar y hacer llorar. Es no saber olvidar, perdonar sin querer. Querer es aceptar, pedir, renunciar. Es reintentar, luchar una vez más.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

A cada instante

Me sorprende de que manera la mayoría de la gente se permite ponerle fecha a los momentos, como dejan pasar las oportunidades que seguramente no se repitan. Una impresión no tiene fecha, un momento que ni siquiera sabes cómo va a ir, no puede limitarse a una fecha... No soy de esa clase de personas que dejan las cosas para otro dia sin pensar que es posible que las circunstancias cambien, que en otro momento sea tarde... Los momentos que recuerdo con más cariño son aquellos que no esperaba, aquellos que te sorprenden y que por eso sabes que nunca vas a olvidar, por eso creo que si existiera una mínima posibilidad de volver a lo de antes, la forma no es evitar lo inesperado, el impulso, lo que nos apetece... Si tuviera más fuerza una previsión o un plan que deseamos cumplir en un futuro, próximo o no, no merecería la pena levantarse de la cama hasta que ese día fuera a llegar...

martes, 6 de diciembre de 2011

A los que comparten mis días

Supongamos que el tiempo tiene límite, que no todo puede dejarse para mañana y que no habrá infinitas medias noches. Teniendo eso en cuenta vamos a dejar de esperar, que lo que suceda será bienrecibido y lo que no, con el tiempo quedará atrás.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Mi primer último intento

A veces debemos retroceder, recordar y revivir, aunque sea por nuestra cuenta. Debiéramos gritar al aire más a menudo que agradecemos aquellos detalles, aquellos regalos que ellos nos dieron; repetir, insistir e incluso llorar sería un buen último esfuerzo para recuperar lo que anhelamos, no podremos olvidar que nadie garantiza nada, pero ¿y qué? ¿A caso vale más la pena resignarse y conformarse con un nuevo objetivo, paralelo al que compartimos con los que nunca nos abandonaron? Soy de las que piensan que no; puedo seguir refugiándome en unos cuantos peluches, unas golosinas o un montón de piruletas con forma de corazón, puedo salir, gritar y reirme al mismo tiempo en el que me pregunto qué será de ellos. Será más fácil mirar hacia adelante, disimular e intentar aparentar lo que no es, ¿que hay nuevos caminos y oportunidades? Todo llega, todo pasa, aunque no todo se olvida. Suponemos que lo que tenemos es mejor, es suficiente pese a no saber qué hubiera sido de nosotros si hubiéramos arriesgado una última vez; seguiré siendo de las que piensan que lo que valió la pena vuelve, que lo que se quedó a medias se acaba y que si un último esfuerzo es permitido todo se obtiene. Hasta entonces, seguiremos caminando de espaldas.

domingo, 4 de diciembre de 2011

felicidad, CONTIGO

Tengo que decirte que lo he vuelto a hacer, he vuelto a mentir... La verdad es que sí recuerdo aquél día, ese y todos los demás; aunque parezca increíble recuerdo cada segundo, cada sentimiento, cada mirada, cada palabra exacta.. Sería capaz de repetirtelas al oído... Por recordar, recuerdo hasta los días que no han existido nunca, aquellos que únicamente soñaba, aquellos días por los que luchaba cada mañana... Siento haberte mentido pero me gusta fingir que no lo recuerdo, quizá de esa manera vuelvas a arroparme como antes, quizá entonces empiece un: para toda la vida. Preferiré mentir si de esa manera conseguiré tenerte para mi otra vez, aunque solo sean los minutos que reviva el recuerdo. Por mucho que tú quieras no voy a aceptar otro día bajo las estrellas sin ti... por ese motivo seguiré mintiendo, amor.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Recostada en el porche

Hay momentos en los que pretendes encontrar lo que siempre te sostuvo y te das cuenta de que no está. Olvidas que los días forman parte de una ida sin vuelta atrás, de que los momentos posibles que finalmente no se vivieron están perdidos y de que el mínimo detalle puso fin a algo que prometía ser un pilar del mañana. Has pecado de ingenuo y tonto, te aferrates a lo que prometieron día tras día porque creías poder confiar en ello, pero en el momento de la verdad, en ese momento en el que la larga espera parece que va a recoger sus frutos todo pierde el sentido. Te avisaron muchas veces de que la vida viene y va sin contemplaciones, se lleva lo que aprecias y te trae nuevas oportunidades. Hoy por hoy te sientes solo, a nadie le preocupa, lo suficiente, que hayas dejado atrás tu vida por acercarte a la suya y sabes que van a pasar los días mientras te preguntes en qué momento se perdió todo. Haz caso ahora a aquello que te dicen los que verdaderamente son alguien, permanece disponible a nuevas experiencias, nuevas personas... No vuelvas a pensar que lo que un día parece fuerte vaya a durar siempre, pero tampoco te refugies en ti mismo. Sin quitarle importancia a lo que existió espera a lo que llega ahora, podría ser el principio de lo más bonito que hayas vivido nunca.