viernes, 3 de febrero de 2012

Enviar a la papelera de reciclaje

Soy yo, Neila. Aunque no la misma Neila que desperdició un mes entero de verano escribiendo mensajes a California. Podría contar toda la historia para acabar diciendo "Y claro, pensé que escribieno a la nada, como una completa imbécil, arreglaría algo", maldito exceso de tiempo libre. Pero vaya, que no lo voy a hacer, para qué si ya se me han olvidado la mitad de las cosas. Estudio en Zaragoza, esa ciudad que año y pico después sigo sin entender del todo... parece ser grande y estar repleta de callejuelas increíbles pero claro, nunca dispongo del tiempo suficiente como para ir a comprobarlo por mi misma, así que me conformo con ver lo que puedo desde el autobús que me lleva a Delicias. Un poco triste, lo sé. Y más si tenemos en cuenta que lo que pretendía con mi mudanza era meterme en una ciudad más grande que Tarragona, o al menos relativamente grande. Metas a corto plazo Neila, decía el abuelo mientras yo le contaba lo que iba a ser de mi vida universitaria. Y claro, me he dado cuenta un poco tarde de lo que él quería decirme exactamente con eso.


No volver a manchar la mesa con la taza del café, colgar el abrigo en cuanto entro a mi cuarto, mantener los apuntes ordenados medio día, ni que sea, no insultar durante las próximas dos horas y media si por insultos entendemos palabrejas de calibre "memo-estúpido-becerro-alelao". Por algo se empieza. Conseguir aprenderme un chiste de memoria, a parte de ese que decía algo así como "Y entonces cogía un plátano, le echaba sal y lo tiraba por la ventana porque los plátanos con sal no le gustaban". Chiste que por cierto todavía consigue que llore de la risa, qué cosas.

Notas. recuerda que a finales de marzo puedes empezar a ponerte como un tito.

Maldito verano, ¡cuánto tardas!

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